Viene siendo casi una tradición acudir el último día del año a San Lorenzo del Escorial, pueblo realmente precioso y muy especial por el que siento un gran cariño.
Como cada Navidad prepara su conocido Belén de tamaño natural que se distribuye por sus principales calles y plazas haciendo las delicias de pequeños y grandes.
Son ya varias veces en las que ha coincidido una soleada mañana en este 31 de diciembre, la gente pasea entre las calles del pueblo, se respira un ambiente tranquilo, muy lejos del bullicio de la gran ciudad en fechas como estas.
Me gusta perderme en sus rincones y fotografiar una y mil veces los mismos, en esta ocasión como en otras no iba a dejar de hacerlo con las figuras del propio Belén.
Después de un largo paseo quedamos con unos amigos para tapear, San Lorenzo está lleno de bares con encanto donde el tapeo es un arte, así pasamos la mañana y gran parte de la tarde, perfecto para prepararnos para la despedida de otro año mas.
Besos.
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