A parte del agua como elemento presente siempre en cualquier rincón del parque, la niebla hacía aparición, casi siempre a primeras horas, para dotar al paisaje de ese misterio que solo ella sabe otorgar.
Cuando el paisaje que tenemos enfrente se dispone en una sucesión de planos, es una delicia que la niebla lo cruce colándose por alguno de ellos, la vemos entrar por un lada para salir por el contrario, tiene movimiento y tiene alma.
Puede aparecer densa y agarrada a la cima de la montaña o hacerlo de forma mas desvanecida y sugerente como si se dedicase a acariciar con su mano las laderas, así hasta casi desaparecer.
Puede moverse rápidamente y convertir con su movimiento el paisaje en muchos paisajes diferentes en apenas minutos o moverse despacio y sigilo como si quisiera no ser vista, pasar desapercibida.
En cualquiera de las formas en que aparezca, es siempre un fenómeno que embellece con su presencia cualquier montaña, río o bosque y hace las delicias de aquellos que la fotografiamos y disfrutamos.
Y puede aparecer en plena noche, quizás para decir adiós...o solo hasta la próxima.
Besos pirenaicos.
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