Si tuviéramos que elegir un elemento claramente representativo en este precioso parque Natural, este sería sin ninguna duda el agua.
Tuve la suerte de visitar el parque en unas condiciones realmente buenas, habían caído las primeras nevadas, pero sobre todo, el agua lo cubría todo. Infinidad de arroyos caían por las paredes verticales de roca, al igual que los ríos que nacen de los neveros bajaban con gran fuerza.
Algún que otro amanecer lo dediqué a captar toda esa fuerza, principalmente los días en que estuve rondando por las inmediaciones de Cerler.
En cada uno de esos días y a esas horas, no había absolutamente nadie y resultaba una gozada recorrer la estación como si de unas instalaciones abandonadas se tratase.
A estas alturas los ríos presentan un cauce de rocas producto de todo el arrastre y en las orillas prácticamente no existe vegetación, algo mas alejado sin embargo, aparecen algunos conjuntos de árboles aislados que se iluminan con los primeros rayos del sol asomando por un lado.
Uno de los rincones donde el agua cobra mayor fuerza es el Aigüalluts, un enorme salto de agua precioso, y además cae a un cañón que se dobla haciendo eses y desde el que se divisan unas estupendas vistas.
Besos pirenaicos.
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