miércoles, 7 de noviembre de 2012

Paseando por Cabo de Palos I

Un día cualquiera ya metidos en otoño, el Mediterraneo sigue conservando esa luz cálida tan especial y aunque el motivo de mi enésima visita a Cabo de Palos era principalmente el buceo, no dudaba en pasear en los momentos libres del día con la cámara a cuestas.


Los momentos del día en los que no buceaba coincidían además con los de mejor luz por regla general, no iba equipado para una sesión de atardecer, y mucho menos de amanecer que bastante hay que madrugar para bucear, simplemente paseaba por las calles y rincones de este pequeño pueblo pesquero.


Me acompañaba en estos momento mi perro, y así, muy despacio, ambos disfrutamos de la tranquilidad de estos lares.


Primero por la mañana, un paseo mas bien corto, y después por la tarde mucho mas estirado y pausado.

El cabo es como una lágrima que pende de un hilo a punto de soltarse al mar, eso hace que con solo girarte sobre ti mismo en algunas zonas puedas ver las dos caras de la costa, en un momento estás viendo los últimos rayos de sol sobre los acantilados, y al siguiente a tu espalda, la playa y los edificios de La Manga al fondo.


Este ha sido uno de esos días cualquiera, entre medias dos o tres inmersiones en la Reserva según se tercie.

Besos mediterráneos.

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