lunes, 26 de septiembre de 2011

El viaje del Caracol, capítulo XVI: La Abadía de Saint Michel

Después de haber contemplado el espectáculo que representa el encendido de la abadía justo al anochecer, ahora tenemos un premio extra y es poder visitar el interior de la roca.

Durante la guerra de los cien años la fortaleza se mantuvo inexpugnable a pesar de los múltiples ataques por parte de los ingleses, sin embargo a lo que no ha podido resistirse es al turismo, al que se le abren sus puertas a mediados del siglo XX.


Estamos en un lugar que recibe al año mas de 3.000.000 de visitas !!!, pero en este justo instante lo estamos visitando complétamente solos, no hay un alma en su interior, el silencio es sepulcral, así que nos disponemos a dejarnos llevar en este viaje a otra época.


Además de la cámara y para esta ocasión solo llevo un pequeño trípode de bolas para poder abrazarlo en barandillas y demás estructuras que vaya encontrando, es un placer sentirse tan liviano por una vez.


Todas las tiendas están cerradas ahora, solo se observa uno de los hoteles abiertos y eso por la luz de la entrada porque no se ve a nadie en su interior.


Tras cada esquina parece que fuese a aparecer un personaje de la Edad Media a preguntarnos quienes somos o qué estamos haciendo allí, ante tal escenario no podemos hacer otra cosa que recorrerlo tal y como el ambiente incita, en completo silencio.


Una vez que llegamos a la parte alta justo hasta la puerta de la Abadía que permanece cerrada podemos observar las vistas y ver o intuir a lo lejos donde está la AC estacionada, ¡menudo lugar para pasar la noche!, estoy disfrutando.


Después de no dejar prácticamente calle por la que pasar es momento de regresar y descansar, la visita al Monte de San Michel era una especie de broche de oro y despedida de Bretaña, sin embargo aún esperaba una mas que grata sorpresa, todavía quedaba un último lugar que visitar en estas tierras.

continuara ...

Besos.

1 comentario:

  1. Buenísima idea la de fotografiar estas calles de noche.
    La verdad, es completamente diferente así, tan vacío.
    La noche que pasé allí, en lugar de subir, fuimos en busca de algún lugar para cenar, que no encontramos.
    volvimos al monte por la mañana, muy temprano, cuando aún no se habían levantado las calles y encontramos un monte Saint Michel por el que daba gusto pasear.
    Así, de noche, tiene una atmósfera llena de misterio...¡¡me gusta!!

    Saludos!

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