viernes, 29 de julio de 2011

El viaje del Caracol, capítulo VIII: Locronan

Comenzaba un nuevo día y esta vez la lluvia se alargó mas que la noche, así con las gotas cayendo sobre la carretera nos encaminamos hacia Locronan, sin duda uno de los pueblos con mas encanto de todo el recorrido.





De camino tenía la intención de visitar Douarnenez, pero al final la visita quedó solo en una parada desde una playa opuesta al pueblo, dejaba de llover en ese preciso instante, la neblina creaba una imagen con cierto aire antiguo, al fondo la ciudad y de regreso a sus casas dos pescadores que terminaban la sesión del día, como tantas veces.


La marea estaba baja y las gaviotas aprovechaban todos los restos de comida que hubiera en la arena, el sol comenzaba a asomar tímidamente, la vista de la ciudad al otro lado de la bahía era realmente suave.


Al llegar a Locronan todo el mundo debe aparcar en unos espacios habilitados para ello, el pueblo es muy pequeño y solo se recorre a pie, tiene exclusivamente una calle principal que desemboca en la plaza junto a la iglesia.


Esta ciudad fue fundada por los celtas en el siglo V, y cientos de años después fue cristianizada, conserva su esencia a través del paso del tiempo en cada uno de sus rincones.


Cuando entras en la plaza principal, te recibe la iglesia de Saint Ronan edificada con forma de catedral, una de sus fachadas esta inspirada en la de Quimper.



Alrededor de la plaza se muestran catorce casas del siglo XVII que lucen con esplendor y en el centro un viejo pozo de agua. Entre estas casas se han rodado muchas películas a lo largo de los años.


Locronan esta llena de artesanos, da igual la especialidad, pintores, escultores, artesanos de la madera, del pan, del chocolate, músicos, algunos de ellos muestran su trabajo en la calle.


Al ser una ciudad muy pequeña y que recibe muchas visitas es normal encontrarla con gran cantidad de gente por sus calles, tiene una zona entre pinos adaptada para comer al aire libre y eso fue lo que hicimos, aprovechando esas horas centrales del día, monté el teleobjetivo en la cámara para conseguir capturar algún rincón "limpio" de tráfico humano.


Hasta entrada la media tarde el paseo fue de lo mas relajante, fue un placer perderse en cada calle y fijar cada detalle de la arquitectura, escaparates de tiendas, algunas tan especiales como librerías celtas, fotografía antigua, talleres de poesía etc etc.


Cuando mas visitantes llegaban era el momento de regresar por nuestra parte, me había encantado esta pequeña ciudad bretona, era el momento de dirigirse de nuevo al mar, esta vez a otra gran punta en Camaret sur Mer.

continuara ...

Besos.

2 comentarios:

  1. Me apunto este pueblito, a ver si puedo disfrutarlo en mi recorrido por Bretaña. Salgo este domingo de madrugada y aún me queda preparar la maleta, las cámaras...
    Saludos!!

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  2. Suerte en tu viaje, te va a encantar. saludos

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