martes, 4 de noviembre de 2014

Viaje a Dolomitas - Cap. 1: Llegar a Trento

Este iba a ser, después de varios viajes por España, el primer gran recorrido a realizar con nuestra furgo.

Lo primero es elegir destino, y en este caso era algo ya bastante claro meses atrás, Los Dolomitas. Lo siguiente es recopilar información y comenzar poco a poco a diseñar el viaje. Uno de los punto fuertes de viajar de esta manera, es la libertad de movimientos que tienes y la capacidad de ir cambiando cualquier cosa sobre la marcha, pero no por ello hay que dejar de planificar y buscar localizaciones, es una cuestión de optimizar el tiempo.




Cuando comienzas el viaje desde la misma puerta de la oficina y el destino está tan lejos, sabes que las primeras etapas serán simplemente de aproximación y constarán mayormente de mucha carretera.

Pero lo importante es a donde vas, sino el camino que recorres, lo mismito que ocurre en la vida.


El primer lugar elegido para pasar la primera noche era el pueblo de L'Espluga de Francoli, era una distancia asequible para no comenzar demasiado cansados ante las dos siguientes etapas que nos dejarían en plenos Dolomitas.
Por algún que otro problemilla técnico llegamos mas tarde de lo previsto a la zona de pernocta, sin embargo y a pesar de todo, pudimos disfrutar de una cena estupenda y el lugar resultó perfecto para poder descansar.


A la mañana siguiente de nuevo en ruta, esta vez nos esperaba un pequeño pueblecito con vistas a la bahía de Niza.

Tenía localizado un bonito mirador donde pasar la noche, costó mas de la cuenta encontrarlo, pero mereció la pena, pudimos contemplar el atardecer sobre el puerto mientras saboreábamos unas merecidas cervezas.


Después de la cena era el momento perfecto para preparar un gin tonic y contemplar la preciosa noche que teníamos delante de nuestro mirador.  Era una zona donde se juntaban en fin de semana los mas jóvenes del lugar, y un grupo de ellos se acercó a nosotros, imagino que se quedaron algo cortados al comprobar que habíamos ocupado su sitio, muy amables nos ofrecieron una cerveza y pusiero música suave.

En cuanto nos fuimos a descansar a la furgo la cosa cambió y el volumen fue subiendo, llegando mas gente y montaron una buena juerga, aún así, imagino que del cansancio, fuimos capaces de mas o menos dormir.
 

A la mañana siguiente fue un verdadero placer desayunar con los primeros rayos del sol bañando la bahía.

Después, como cada día, vuelta a reiniciar camino, lo siguiente iba a ser recorrer la preciosa costa Azúl con su carretera serpenteante.
 

Al paso por Mónaco hicimos una pequeña parada para contemplar de lejos el lujo que se supone, solo lo comprobamos de lejos y en la cantidad de ferraris, lamborgini y lotus que nos pasaron a toda velocidad mientras circulábamos tan tranquilos contemplando el paisaje,
 
 

Y por la tarde, por fin, Trento. Habíamos elegido Trento como primera ciudad italiana donde parar a realizar una visita ya mas calmada. Quedaba muy cerca de Laives donde pasaríamos la tercera y cuarta noche del viaje y era perfecta para echar el freno y no pensar ya en tantos kilómetros.



Sin embargo, Trento nos recibió con un calor aterrador, algo impropio para la época. Puedo decir sin exagerar que era asfixiante caminar por las calles a pleno sol, el cemento quemaba y buscabas las sombras desesperadamente.



A pesar de todo, si que podías disfrutar de pasear por sus plazas y rincones, disfrutar en una terraza de un expreso y dejar que el tiempo fuera avanzando lentamente.




Poco a poco la tarde iba cayendo y calor parecía remitir un poco, perdidos por Trento fuimos poco a poco acercándonos e nuevo al donde habíamos aparcado para realizar el último tramo del viaje, nos quedaba muy poquito para instalarnos.





El lugar elegido desde Madrid, fue el camping de Laives. El motivo fue que quedaba muy cerca de Bolzano, una de las poblaciones que conforman el anillo de oro, que en un principio pensábamos recorrer al día siguiente.

Aquí la temperatura era mucho mas agradable, las instalaciones del camping eran una pasada, y directamente nos fuimos a tomar unas cervezas y después hicimos lo mismo que hacían el resto de ocupantes, encargar una pizza casera y comérsela en su propia parcela.

Ya podíamos decir que tras 3 días de camino habíamos llegado a los Dolomitas.f


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