sábado, 25 de abril de 2020

Recorriendo el valle de Aosta

Habiendo disfrutado de los Alpes franceses desde el valle de Chamonix, tenía muchas ganas de aparecer por la parte contrario, la italiana, no en vano el tour de Mont Blanc te lleva desde Aguille de Midi hasta casi Courmayeur.

Así que planifique un recorrido por todo el valle de Aosta, dispuesto a disfrutar nuevamente del Mont Blanc, pero también del Cervino y Gran Paradiso.

Los primeros días los íbamos a dedicar a realizar rutas por la zona del Val de Veny, y acercarnos a diferentes refugios como la Noire, Monzino o la cabaña du Combal, al lado del lago di Miage.

Estos recorridos comenzaban desde el mismo camping Aguile Noire, dispones de una vistas espectaculares sin siquiera salir de él.

Siempre con el río a nuestra derecha comenzábamos a caminar viendo asomar los diferentes glaciares y poco a poco ganado en altura.







La llegada al lago supuso una de las estampas mas impresionantes de este viaje, así que decidimos pasar la mañana por los alrededores y quedarnos a comer contemplando este paisaje de ensueño.





Resulta imposible lo fijar la vista siempre en las alturas, glaciares y riscos afilados hacen la delicia del caminante. Me pareció especialmente bonito contemplar todos los días desde esta zona el diente del gigante, ya que el año pasado habíamos visto gente escalarlo desde el lado francés realizando el Tour del Mont Blanc.




Después de unos días de preciosas caminatas, era hora de profundizar en el valle de Aosta e ir recorriendo los pequeños valles adyacentes que van dibujando con el valle principal la silueta de una raspa de sardina.

Pero antes un paseo obligado era pasar una mañana en la bonita ciudad de Courmayeur, a la que también se puede acceder desde el lado francés atravesando el imponente túnel del Mont Blanc.



Este municipio esta rodeado de estaciones de esquí y el invierno disfruta de un ambiente bullicioso, ahora en el mes de junio se mostraba bastante tranquilo para recorrerlo con calma.

Sus calles, sus rincones y casas son típicamente alpinos.



A la hora de recorrer el valle de Aosta, preferimos ir primero hacia el fondo, o por lo menos hasta donde era nuestra intención llegar, y después regresar poco a poco entrando en algunos valles mas pequeños.

El primero de estos fue el de Gressoney, donde llegamos a media tarde, lo justo para instalarnos en un área gratuita a píe del río y muy tranquila.




Las suaves rutas que hicimos por esta zona nos encantaron, disfrutamos de unos días esplendidos y la montaña estaba en esa fase preciosa en la que se mezclan los aspectos de la primavera con el esplendor de la hierba y las flores con el propio del invierno manteniendo las cotas altas con nieve y lo mas espectacular aun de los glaciares, todo eso unido a una soledad que hacía aun mas evidente la conexión con la naturaleza.




El siguiente destino manteniendo el recorrido inverso desde el interior del valle de Aosta fue Breuil Cervinia, una enorme estación de esquí que debe su fama a las increíbles vistas que tiene sobre el que es sin duda una de las montañas mas famosas y reconocibles del mundoEl monte Cervino, o Matterhorn.



Su silueta es toda una seña de identidad tanto en Suiza como en Italia, para el que no lo conozca todavía, seguro que lo recordáis si os digo que sale en los paquetes de Toblerone.

Después de un ruta preciosa que te acerca a sus laderas, al regresar de nuevo a nuestro campo base pasamos por una especie de pequeña área recreativa con un aspecto idílico y con un pequeño lago que entre otras cosas, además de su espectacular color, tiene cuando el agua está en calma un reflejo imponente del propio Cervino.


Cuando habíamos terminado el recorrido por el valle, nos quedaba la última etapa planificada, el parque Nacional de Grand Paradiso.

Ascendiendo por la carretera hasta el final de la misma nos encontramos con un camping de alta montaña, un lugar magnífico para descansar unos días, las vistas tanto a ras de suelo como desde las alturas sobre el propio camping hacen una idea del sitio tan bonito donde está situado.



Las instalaciones son muy sencillas, y por supuesto no está parcelado, ni falta que le hace, es una enorme explanada rodeada por el río y con vista directa al Grand Paradiso y su glaciar, sin mover un solo paso.

Desde ese punto salen bastantes rutas, algunas van cogiendo altura por el margen izquierdo y te van colocando ante una vista aun mas imponente del coloso.



Pasamos 3 días muy agradables, recordaré siempre el placer de pisar descalzo el suelo frío de la montaña nada mas levantarte, las tardes de tormenta cálida y la salida posterior del sol transformando una y otra vez el paisaje, los ratos dedicados a la fotografía y los dedicados a zambullirte en la lectura, eso si que es desconectar y cargar baterías.

El regreso lo haríamos por un punto muy especial que comunica Italia con Francia, el puerto del pequeño San Bernardo, dedicando parte de la mañana y preparando la comida antes estas vistas tan abiertas, cerramos los ojos para llevar grabado en nuestras retinas estos paisajes.



Una vez en España de nuevo, como en muchas otras ocasiones al regresar por Pirineos, la parada de rigor en Sallent de Gállego, donde es esta última imagen de uno de sus saltos, y noche en Lanuza frente al lago recordando todos los momentos de este viaje.


Hasta otra!!

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