sábado, 1 de febrero de 2020

La gran duna de Merzouga

Merzouga es un pequeño pueblo del sureste de Marruecos, sin embargo es archiconocido por sus grandes dunas, es muy habitual poder contratar por tu cuenta a guías locales y adentrarte con ellos en el desierto aupados en dromedarios y disfrutar de una noche en campamentos construidos solo a base de jaimas, un manera sin duda muy especial de tener contacto con el gran Sahara.


Para este viaje nos juntamos un grupo de amigos a los que nos une la pasión por la fotografía de naturaleza y de viajes, y desde luego que elegir el Merzouga y el desierto fue acierto 100%, ya forma parte de nuestro recuerdos en común y motivo de múltiples conversaciones cada vez que nos juntamos (y es que la mirra es mucha mirra, ¿verdad chicos? :)).






Comenzamos a media la tarde la travesía en dromedario para llegar al campamento, he decir que ya de por sí, el recorrido resultas fascinante y presenta múltiples posibilidades de ir fotografiando todo lo que se presenta ante nuestros ojos, desde nuestras propias siluetas reflejadas en la arena, hasta pequeñas dunas que a medida nos adentramos van siendo mas grandes o los tonos del atardecer plasmados en el horizonte, y es que poco a poco va llegando la noche en el desierto.





Una vez instalados en el campamento, los beréberes que lo ocupan se muestran de lo mas hospitalarios, ya sé que están atendiendo a turistas, pero es que ellos son así también.

Sentados ante el fuego asistimos encantados a todo su repertorio musical, del que te hacen participe también con bailes, lo que genera numerosas risas como no podría ser de otra forma.








Poco a poco todo el mundo se va retirando al descanso, pero algunos osados queremos disfrutar todavía mas de la noche, así que con nuestras cámaras deambulamos por los alrededores del desierto, con la mirada puesta en el cielo y sacando las últimas fotos por hoy. Yo me acerco al cercado donde se guardan los dromedarios para intentar alguna foto con la vía láctea iluminando a los animales con ligeros toques de flash, dos intentos y también me iré a descansar.



A la mañana siguiente y después de un rico y completo desayuno decidimos dar una vuelta mas larga por los alrededores, para eso utilizaremos dos vehículos 4x4.

La vida en el desierto es dura, no creo que esto sea discutible, atravesamos poblaciones de nómadas que apenas viven con unos palos y lonas para montar y desmontar pequeñas tiendas en las que protegerse del durísimo sol. Muchos de ellos te ofrecen un té, con la esperanza que alguien les compre alguna baratija o recompense alguna actuación musical.

Hasta hubo tiempo para ver pasar algunos coches que participaban en un rally local, una especie de mini Dakar,







Iba a ser el último día que pasábamos en el desierto, ya habíamos regresado del campamento y ahora pasaríamos la noche en un pequeño hotel con mucho encanto. Pero estaba claro que no nos íbamos a ir despreciando la oportunidad de meternos en el desierto por nuestra cuenta y volvernos locos con sus formas, sus texturas y colores, de manera que pasamos toda la tarde hasta que despedimos el día.

En alguna imagen se observa a lo lejos y sobre el horizonte a personas que escalan gateando por las dunas hasta llegar a lo mas alto para contemplar desde allí la puesta de sol (ver en grande), apenas son granitos en la infinidad del desierto.










Si has estado en el desierto sabrás perfectamente lo que en esta entrada he contado y las imágenes seguro que te traen como a mi muy buenos recuerdos, si aun no lo has hecho, no pierdas mas tiempo y anímate, su silencio te sobrecogerá y su magia te atrapará.

Hasta la próxima!!

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