Santiago es una ciudad para regresar una y mil veces, ya hacía mucho tiempo que no repetía visita. En cuanto estuve planeando el recorrer la Costa de la Muerte vi la visita a Santiago como un colofón perfecto para este viaje.
Tuvimos suerte de poder aparcar muy cerca del hotel donde nos alojamos, de esta manera todo el tiempo que estuviéramos en la ciudad no volveríamos a a mover la furgo, solo pasear, que es como se debe recorrer la ciudad.
Pasamos la mañana caminando sin rumbo fijo y esperando que el estómago nos avisase de la hora del tapeo, algo que no hay que perderse por nada el mundo, eso sí, teniendo cuidado donde te metes porque he de reconocer que hay mucho local para digamos el turista "despistado".
Fue una lástima sin embargo encontrar muchos edificios cubiertos de andamios, parecía como si toda la ciudad estuviera de reformas, incluida la catedral cuya fachada y en especial uno de los campanarios estaba forrado de arriba a abajo.
Las últimas luces del sol iluminaban los edificios de iglesias y otros monumentos, las calles poco a poco se van quedando en penumbra, es entonces cuando aparece ese Santiago con la iluminación artificial mientras va entrando la noche y las calles van quedando mas vacías.
Besos
No hay comentarios:
Publicar un comentario