Definitivamente el viaje llegaba a su fin, y para ese momento, la localidad de Combarro fue la elegida.
Es un pequeño y precioso pueblecito que ha sabido reconvertir muchos de los hórreos frente al mar en pequeños y encantadoras restaurantes, el plan entonces estaba claro, una deliciosa comida en Combarro pondría fin al recorrido y después directos a casa.
A pesar de ser un pueblo pequeño y que se recorre en poco tiempo, ha cogido fama por su hostelería y no es extraño ver gran cantidad de personas que se acercan a degustar su gastronomía.
Sin duda, los hórreos son los protagonistas de esta población, son muy bonitos y por lo general están bastante bien conservados, apuntan al mar colocado unos junto a otros.
Todavía se aprecian gran cantidad de barcas con aparejos de pesca y pequeñas tiendas y puestos que venden los orujos y otros productos artesanales.
Un último paseo por su estrechas calles justo después de comer nos sirve para guardar un muy buen recuerdo de Combarro y de Galicia en general, desde ese mismo instante uno es consciente que regresará por estas tierras.
Besos
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