lunes, 3 de marzo de 2014

Dibujando la costa de Galicia: La ría de Viveiro y el atardecer en Estaca de Bares

Al llegar a Viveiro lo primero fue localizar dónde comer, algo que no resultó en absoluto complicado ya que hay muchos bares y mesones en la propia ría.

Degustamos de nuevo un riquísimo pulpo, aunque esta vez a la plancha y unas Estrellas de Galicia bien frías.



Tras la comida y antes abandonar Viveiro vimos un cartel que anunciaba un mirador, no me puedo resistir, cuando viajo sin prisas y sin una dirección fija, a buscar en cualquier rincón, mirador que vaya apareciendo en el camino y este no iba a ser una excepción.


Las vistas sobre la ría desde el pequeño monasterio eran de impresión, además y como sucedería a lo largo de todo el viaje, no encontramos a nadie, de manera que cada lugar lo podíamos disfrutar en exclusividad.



Antes de volver a descender a pie de ría para continuar viaje por la costa, un rayo se coló entre el cielo cubierto y nos iluminó pequeñas aldeas del interior, un momento de esos que me encantan vivir.


La tarde iba llegando y con ella esa luz tan agradable, no pillaría ya llegando a Estaca de Bares, no se puede viajar mas al norte en España.

Desde el precioso hotel Semáforo Estaca de Bares contemplábamos abajo el pequeño puerto de Bares. en un principio pensé en pernoctar aquí mismo, pero finalmente decidimos continuar de furgo y dormir en hotel al día siguiente.




Y después la visita mas que obliga al faro de Estaca de Bares, en esos momentos el cielo se tornaba ya de un azul intenso, casi de tormenta, pero a la vez dejaba que el sol bañase todo con gran intensidad, una combinación de luces cálidas y frías que hacían las delicias de mis ojos.





Tras dejar atrás el faro solo queda un único camino y es continuar hasta el final, llegar al mar y después no hay nada, no me lo quería perder, parece un camino hacía una especia de fin del mundo, cada vez se hace mas estrecho y se convierte a duras penas en un estrecho sendero que morirá en la punta.


El sonido del viento es cada vez mas fuerte y casi no deja oír a las gaviotas, voy mirando bien donde piso porque un resbalón es algo de lo mas fácil con estas fuertes rachas de viento, miro hacia atrás por última vez y continuo hacia adelante, ya se ve el final, la punta de la Estaca está dorada, estoy deseando sentarme a contemplar el mar en silencio.


Sin embargo, entre el ruido del viento y el de las gaviotas me parece escuchar un sonido musical, en un primer momento creo que he alucinado, pero enseguida vuelvo a escucharlo, como a lo lejos, casi como si llegase del mar, lo identifico y comprendo que se trata de sonidos de gaita, no puedo creerlo y sin embargo así es, un gaitero se me ha adelantado para suerte mía y está disfrutando de lo mismo que yo buscaba.

Apenas puedo explicar la sensación de ese momento, es de esas veces en que todo cuadra, todo es armonía, no tuve mas remedio que acercarme a el y con una sonrisa de agradecimiento hacerle una foto aprovechando que el sol asomaba entre las nubes antes de decir adiós definitivo al día.



Biquiños.

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