El viaje del Caracol, capítulo XIII: Cap Fréhel

Abandonando Dinan, pero no por ello dejando atrás la península de Côtes-d'Amor llegamos al increíble paraje que rodea a Cap Fréhel.

Antes del viaje ya había buscado datos sobre la zona y conocía de la violencia del viento y de la bravura del mar en estos acantilados, pero he de reconocer que todo se quedó corto.



Casi pegado al faro hay un pequeño parking de arena donde es posible estacionar la AC y pernoctar, así da gusto, estoy en un lugar fantástico y voy a disfrutar las mejores horas de luz al lado de "casa".

Para echar el primer vistazo, un par de horas antes del atardecer decido ir hacia el este, el viento ya sopla de lo lindo y lo peor es que está lloviendo, con lo que el agua cae casi de lado imposibilitando casi tomar ninguna imagen. Se convierte en una constante estar limpiando como puedo filtros y cámara, a pesar de llevar el equipo protegido por una capa de agua esta complétamente empapado.

Constantemente llueve y cesa, es una locura, intento aprovechar los pocos segundos en que por lo menos no cae la lluvia en mi contra, seco rápidamente el polarizador metiéndolo dentro del chubasquero y protegiéndolo con mi cuerpo, y vuelta a empezar.

Me doy cuenta cuando regreso hacia el faro que estoy complétamente solo caminando entre los acantilados, es una sensación agradable a pesar de ir ya medio congelado. Cuando me acerco al faro el viento es casi insoportable, el trípode tiembla bajo mis manos por mas que cargo mi peso sobre el, imposible utilizar un teleobjetivo para fotografiar los acantilados, no queda otra que montar el angular para capturar el paisaje y si hay suerte el atardecer.


Cambio todo en el suelo, tras unos matorrales, después de secar todo con las gamuzas (que ya secan bastante poco), decido quedar resguardado en el suelo y solo montar la cámara en el trípode en el momento justo en que la luz sea la esperada y no diluvie (prefiero intentar una foto que estar disparando a lo tonto cuando estoy comprobando que es imposible), mientras aguanto el chaparrón y lo que es peor, el vendaval.

Tengo mi ocasión y disparo rápido, ya tenía el encuadre pensado y los parámetros de la exposición a punto, es una toma vertical utilizando los matorrales floridos como primer plano, justo dentro de ellos está el resto del equipo guardado.


Instantes después se presenta otra oportunidad y repito pero esta vez en horizontal y con la luz mas avanzada, el cielo sigue siendo espectacular desde luego.


De regreso a la AC voy eufórico y eso que solo he visto el resultado de las tomas en el lcd de la cámara, pero el rato ha sido muy divertido y agotador, parece mentira lo que cuesta simplemente caminar, solo paro un instante mas para fotografiar el faro ya en el camino asfaltado.


Al final, una ducha caliente reconforta como nunca y puedo disfrutar de una cena a la luz de las velas y del propio faro.


A la mañana siguiente el viento sigue soplando con fuerza, pero no es ni con mucho lo del día anterior, así que decidimos asomarnos antes de marchar a los acantilados de nuevo y quedar un largo rato ensimismado con el color del mar y la fuerza con la que golpea las rocas, es un espectáculo que hipnotiza.


A media mañana continuamos camino, nos espera nada menos que una ciudad de corsarios.

continuara ...

Besos.