La punta de Penhir es famosa por sus Tas de Pois, enorme alineamiento de 3 peñascos en el mar y por sus abruptos acantilados.
La tarde se presentaba muy tormentosa con cielos cubiertos, pero el camino que lleva caminado hasta la punta es precioso si se realiza por el borde del acantilado, también se puede hacer en coche pero tiene menos encanto.
A medio camino encontramos restos de navíos, se trata de un conjunto de anclas de buques de la Segunda Guerra Mundial, el tamaño de cada ancla es increíble y cada una tiene una chapa grabada con la historia del barco que la llevó.
El agua tiene un color entre verde esmeralda y azul intenso según la luz va cambiando, cosa que hace a cada segundo.
Una vez que llegamos a la punta el viento era muy fuerte y hacía complicado el mero hecho de sujetar el trípode con la cámara, es ahí cuando disfrutas del vuelo de las gaviotas y como se quedan suspendidas en el aire, incluso llegaban a comer de la mano.
Asomarse a uno de estos acantilados es algo que puede producir vértigo, algunos son realmente verticales, pero resulta muy atractivo el espectáculo de la olas chocando contra la base de roca.
De vuelta al área donde dejamos la AC volvíamos a pasar por una playa enorme y esta vez y aunque solo fuese por unos breves instantes el sol asomó lo justo para teñir el cielo y el mar de unos tonos pasteles preciosos.
Con la noche cayendo poco a poco todavía dediqué un rato a tomar una fotografía de unos menhires alineados en forma circular que estaba justo delante de donde pasaríamos las noche.
Otro día mas durmiendo bajo las estrellas, realmente Bretaña es una tierra salvaje y hermosa.
continuara ...
Besos.
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