Otro año mas preparamos un fin de semana para subir al circo de Gredos, nos juntamos un grupo de amigos dispuestos a disfrutar de la montaña y de paso ir preparando la travesía pirenaica para el próximo agosto.
Este año año además íbamos a encontrar toda la zona rebosante de agua y eso siempre es de agradecer, a pesar del calor durante el día, el agua corriendo por los arroyos ayuda a combatirlo y el paisaje es mas hermoso.
En cada remanso quedan reflejadas las laderas de roca y a pesar de llevar una buena marcha siempre hay que parar un poco aunque solo sea por sacar alguna foto de recuerdo, para eso llevar la compacta directamente enganchada en el frente de la mochila es perfecto.
La subida inicial es bastante pronunciada y el terreno pedregoso la hace mas dura e inestable, aunque con el tiempo esta zona se ha convertido en un peregrinar de gente por su facilidad para llegar a la laguna grande, el peso de la mochila siempre relativiza todo.
Llega un momento en que se divisa a lo lejos un mirador con gente, esa es la señal de que el camino a partir de ahí será una bajada en forma de zetas que nos llevará directamente a la laguna.
Ahora si, el dedo señala las cumbres (El Almanzor entre ellas) y justo debajo la laguna y el refugio Elola.
Continuamos descendiendo con ganas ya de parar a comer y de esa manera disfrutar de una tarde soleada en la que poder incluso darnos un baño o por lo menos remojar los pies.
Después de disfrutar de la comida y descansar, tenemos visita, unas preciosas cabras montesas a la espera de recibir algún premio se plantan a escasos metros nuestros. Son temerosas pero están acostumbradas a la presencia del ser humano, con un poco de paciencia conseguimos tenerlas muy cerca, ahora solo queda relajarse esperando a que llegue la noche y contemplar ese cielo tan especial que aquí siempre vemos.
Besos de montaña
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