La Faja de las Flores tocaba a su fin, el día se presentaba despejado y el calor apretaba de lo lindo, hasta ese momento habíamos estado protegidos por la pared, pero ahora tocaba salir a campo abierto.
Al final de la Faja hicimos un hueco para preparar la comida, una pequeña sombra pegada a la pared nos sirvió de refugio, todavía notábamos el cansancio del día anterior y sobre todo el poco descanso que habíamos tenido por la noche.
Desde la altura y mirando hacia lo mas profundo del valle, podíamos ver los salientes donde el día anterior habíamos descansado tras la trepada, siempre resulta impresionante ver el camino recorrido desde otro punto de vista.
El paisaje cambió por completo, comenzamos a atravesar zonas rocosas y suelos llenos de grietas, se hacía muy incómodo andar por ese terreno, la intención que teníamos era llegar a los Llanos de Millaris para pasar allí la siguiente noche.
Al contrario que la tarde anterior y una vez superado la parte de terreno rocoso, aparecieron ante nosotros unos preciosos prados, hoy si que teníamos opción para elegir donde plantar la tienda, así que continuamos andando viendo que no tendríamos problema alguno.
Confirmamos con el gps que subiendo un repecho aparecería un pequeño circo que normalmente aparece encharcado y que podría ser un lugar perfecto para acampar. Llegamos bastante mas pronto que el primer día, decidimos no buscar mas y tener unas horas de relax antes de que cayera la noche sobre nosotros.
El sitio estaba muy seco, pero conservaba intacta su belleza, en el único charco que conservaba algo de agua, busqué con la bonita luz del atardecer, el reflejo de la Brecha de Rolando, que aparece como un mordisco en la montaña y que sirve de paso a Francia.
continuará...
Besos pirenaicos.
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