Recordé las flores, siempre las flores, con su maravilloso lenguaje, sus formas suaves, sus colores, como una radiografía del alma.
Ayer mi casa se cubría de cenizas y el aire olía a campo quemado, una vez mas un terrible incendio sacudía nuestros bosques.
El fuego a su paso arrasa el alma del bosque, parece que nunca nada pueda volver a crecer allí.
Pero cuando el alma ha quedado quemada, si es pura, en medio de esas cenizas puede volver a crecer una flor.
Besos.
La vida siempre se abrirá paso y nos brindará su maravillosa diversidad. Es una pena que no haya fuego capaz de quemar la estupidez humana.
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