En ocasiones basta un simple paseo por mi pueblo para disfrutar del otoño, las hojas cubren el suelo y el aire es frío ya, lleva con el un aroma a leña en chimeneas, con esos elementos es un placer disfrutar de pasear sin mas.
Las tiendas acaban de abrir y aún casi no hay gente por las calles, compro el pan en la tahona donde en su interior el olor a pan recién hecho casi me desmaya, es delicioso. Cruzo y hojeo el periódico, compro una revista de viajes cuya portada tiene una fotografía de los Alpes.
Las tiendas acaban de abrir y aún casi no hay gente por las calles, compro el pan en la tahona donde en su interior el olor a pan recién hecho casi me desmaya, es delicioso. Cruzo y hojeo el periódico, compro una revista de viajes cuya portada tiene una fotografía de los Alpes.
De regreso a mi casa voy a solas con mis pensamientos, a lo lejos y pegado a una valla paralela a la calle un banco solitario, me parece un motivo lo suficientemente bonito como para sacar mi cámara compacta del bolso y fotografiarlo. Lo hago en vertical para aprovechar la fuga que produce la valla y que hace al ojo llevar la vista al banco siguiendo ese recorrido.
Cuando llego a su altura justo encima de mi sobresalen las ramas de un árbol con algunas hojas de colores, aún sin caer. Subo con la mano la cámara y la meto entre ramas y hojas, enfoco de forma manual y encuadro casi a ojo, imagino que todo ese embrollo de hojas pueden hacer un hermoso marco para el solitario banco.
Cuando llego a su altura justo encima de mi sobresalen las ramas de un árbol con algunas hojas de colores, aún sin caer. Subo con la mano la cámara y la meto entre ramas y hojas, enfoco de forma manual y encuadro casi a ojo, imagino que todo ese embrollo de hojas pueden hacer un hermoso marco para el solitario banco.
Llego a casa y enciendo la chimenea, a medida que se acerca mas el frío, creo que disfruto mas de este sitio.
Besos de paseo.
Besos de paseo.
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