Estaba siendo un otoño seco, demasiado seco, pero justo una semana antes de acudir a esta zona de Pirineos ya había caído la primera nevada y a continuación las primeras lluvias otoñales.
Todo esto hizo que durante los días de estancia por la zona el agua fuese la verdadera protagonista del paisaje, los ríos, arroyos y saltos trasladaban corriente abajo cantidades desmesuradas de agua, la montaña entera rezumaba agua por todas sus laderas.
En la zonas de nieve los habituales arroyos que sirven de escapatoria al deshielo en primavera presentaban un aspecto espléndido, así que estuve visitando algunos de ellos, desde Cerler al valle de Estos y desde Sahun hasta la Besurta a la entrada del propio parque de Posets-Maldeta.
El agua fría de estos ríos y arroyos sortea con destreza cada obstáculo que encuentra a su camino y arrastra consigo infinidad de sedimentos en forma de pequeños guijarros desgastados del trasiego, el color del agua se torna verde y en ocasiones gris metálico y el sonido se hace inconfundible, a cada paso por el parque oímos constantemente el susurro violento de un río.
Hacia abajo el río espera amansarse a su paso por algún pueblo y regar los cultivos que el hombre estableció a sus márgenes, hacia arriba la montaña, las nieblas y la nieve de la cima donde nació.
Besos pirenaicos.
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