lunes, 24 de octubre de 2011

El viaje del Caracol, capítulo XXII: Rumbo al Sur

Por primera vez en todo el viaje fijábamos rumbo sur, atrás quedaba la urbe y de nuevo los grandes paisajes abiertos serían los protagonistas de la mayoría de imágenes que me quedaban por capturar.

Esta vez el destino era un pequeño paraíso en el sur de Francia, mas concretamente en el sudoeste atlántico, Las Landas.


Las Landas constituyen un verdadero tesoro, además de tener un playa de arena fina casi infinita (mas de 100 Km de largo) desde Biscarosse hasta la desembocadura del Adour, tiene también bosques de pino marítimo e innumerables lagos.

La mayor parte del día estaba dedicado a permanecer en ruta, una vez hechos los cálculos sobre la distancia y las diferentes paradas a realizar, veía que la llegada iba a ser un poco apurada de cara a poder estar a la hora del atardecer en algún lugar frente al mar.

Nada mas tomar el desvío de la autovía y poner camino a Biscarosse todo el paisaje cambia, a partir de entonces el recorrido es entre pinares y dunas, el cielo en esos momentos tiene muy buena pinta y no tardará mucho en ocultarse el sol, eso unido al cansancio propio del viaje hace que me muestre intranquilo y deseoso de llegar por fin.

Localizo en el ordenador un área cercana a la playa, es enorme y está completamene fusionada con el pinar, al entrar ya ha varías AC estacionadas, la distribución es perfecta ya que solo se puede recorrer por un camino de arena que circula entre los pinos y dispone de ensanches naturales a ambos lados del camino y de forma alterna para poder aparcar en plena naturaleza dejando paso libre.

Esperan por delante unos días mas tranquilos, es la última parte del viaje y los recorridos serán a partir de ahora muy pequeños, me apetece examinar con detenimiento esta zona, pero ahora mismo es muy tarde y me pueden las ganas de querer bajar al mar.

Literalmente a la carrera y con la cámara y el trípode en la mano bajamos entre las dunas al mar, el sol está muy cerca ya del horizonte, ahora mismo escondido tras unas nubes, me instalo en la orilla y respiro hondo, ahora solo queda relajarse y disfrutar.


Esa tarde Las Landas nos dan la bienvenida con un espectacular atardecer, hacía mucho tiempo que no contemplaba uno igual, cielo y mar se incendiaron para disfrute de mis sentidos, la intensidad de los colores iba en aumento y cuando parecía que se había alcanzado el cenit, todavía se permitía subir mas aún la fuerza de sus rojos.

Decidido a capturar el movimiento del mar a la vez que tengo ante mi un escenario de luz y color, clavo las patas del trípode lo mas cercano a la orilla calculando el ir y venir de las olas, hasta que una de estas decide subir mas de la cuenta y me pasa por encima llegándome a la altura de las rodillas, en esos momentos solo pienso en el precioso dibujo que realizará la ola cuando regrese al mar y sujeto el trípode con fuerza ya que la arena se ablanda y lo mueve de su posición original, mi propios pies dibujan estelas de espuma cuando esto ocurre, creo que empaparse una vez mas merece sin duda la pena.


Cuando la luz comienza a bajar, esta se hace mas suave y los colores intensos de hace unos instantes pasan a convertirse en delicados malvas, el espectáculo continua siendo una maravilla natural.


Cae la noche y ya agotado por el largo día, es momento de regresar a cenar y descansar, no hubiera podido desear un mejor aterrizaje en estas tierras y pienso si será posible que se repita en los siguientes días.

continuara ...

Besos.

1 comentario:

  1. Sencillamente geniales! La transformacion del color en el cielo y el mar durante esta puesta de sol es espectacular.

    ResponderEliminar