Una de las ideas que llevaba en mente cuando decidí que iba a pasar una noche a los pies del Midi, fue intentar hacer una imagen compuesta de diferentes momentos del atardecer y aprovechar así toda la belleza del entorno.
Mientras el sol se ocultaba y la luz lo bañaba todo, buscaba diferentes encuadres a la vez que iba fotografiando el paisaje imponente, aunque son instantes que pasan muy deprisa, había tiempo suficiente para obtener unas cuantas tomas antes del momento en que ya no pudiese moverme.
Una vez que el pico estaba completamente dorado por los últimos rayos del sol y el cielo había perdido ya parte de la luminosidad, clavé y fijé fuertemente las patas del trípode además de bloquear la posición de la cámara, no iba a moverse ni un milímetro en mas de una hora.
La primera imagen ya estaba a resguardo en la tarjeta, ahora solo queda esperar a que el cielo cambie su tonalidad por un azul intenso, y durante la espera disfrutar de este paisaje junto a mi compañero y una cerveza.
Una vez tomada la segunda imagen solo queda una última, para esta tenemos que esperar a que la noche ya sea cerrada y por lo tanto hayan asomado el mayor número posible de estrellas.
Una vez que tengo las tres tomas, ya puedo dedicarme a seguir fotografiando el entorno de noche, luego al llegar a casa será cuestión de fusionar todas par obtener una sola imagen que intente atrapar lo mejor de esa hora y media de espera, y este es el resultado.
Tres besos en uno.