miércoles, 13 de julio de 2016

Travesía Neouvielle 2015 - Etapa 2

Nos despertamos muy pronto en esta segunda etapa. Ya sabía desde hacía unos día que podía ser el día mas complicado respecto al tiempo, esperábamos lluvia.

Preparamos los desayunos y mientras nos lo comíamos no dejábamos de mirar un cielo amenazante.



Teníamos que tomar una decisión, recoger y ponernos en marcha cuanto antes, o por el contrario, esperar un poco a ver la evolución de las nubes. Digamos que la decisión la tomó la montaña por nosotros.



Comenzó a llover, a llover mas fuerte, un poco mas, y después a diluviar. Cada uno en su tienda sabía que se enfrentaba a una jornada dura de aguantar el paso del tiempo ahí metido. La cosa solo iba cada vez a peor y la tormenta fue apoteósica, los truenos rebotaban en las rocas y el sonido se multiplicaba por 1000, en el interior de la tienda todo parecía oscurecerse hasta que de repente un relámpago volvía a iluminarlo todo.


Así pasamos gran parte de la mañana, hasta que a eso de las 12 y pico paró por un momento, salimos de las tiendas para observar y la pinta seguía siendo pésima. En ese instante tomamos la decisión de no movernos ese día,no tenía sentido recoger e irnos puesto que con un 100% de probabilidades la lluvia nos iba a coger con fuerza apenas ponernos en marcha y por supuesto ni hablar de llegar a nuestro siguiente punto de destino.



Dejamos todo a resguardo y rezamos para que siguiera aguantando igual de bien todo el material, tanto tiendas como mochilas.

Cogimos lo imprescindible, el mapa, ropa de abrigo, unas cartas y algo de dinero, y con esas nos fuimos deshaciendo parte del camino del día anterior hasta llegar al refugio de Bastan.


Las vistas desde allí eran magníficas, eso ya lo habíamos comprobado el día anterior ascendiendo, pero hoy la luz no tenía nada que ver, la tormenta dejó un ambiente limpio.



Dentro del refugio nos tomamos unas cervezas artesanales deliciosas y vimos sobre el mapa la posibilidad de cambiar la etapa del día siguiente por si la cosa seguía estando igual de mal que hoy.

La chica del refugio nos preguntó si nosotros éramos los de las tiendas, qué remedio, no había nadie mas por los alrededores.

Echamos una partidita para pasar el rato, no teníamos otra cosa que hacer, después, decidimos no preparar comida y tomarnos allí mismo unas tortillas con cebolla muy ricas también. Mientras estábamos allí apareció un pastor muy peculiar y estuvo charlando con la  pareja encargada del refugio.

Nosotros, nos decidimos a salir fuera de nuevo, habíamos "quemado" parte del día por lo menos. Subimos de nuevo a nuestro querido lago superior y aún tuvimos tiempo de hacer unas pocas fotos antes de que el diluvio hiciera acto de presencia de nuevo y nos obligara otra vez a meternos dentro de las tiendas.




Casi se había consumido la tarde cuando otra vez el cielo nos dio una pequeña tregua. En ese rato tuvimos la suerte de encontrarnos una ranita en medio de la humedad, y mas tarde lo que sería el único segundo del día donde el sol parecía querer acariciar la montaña, pero como digo fue fugaz.




Preparamos la cena con prisa, ya no nos fiábamos ni un pelo, por lo menos nos dio tiempo a tomarla calmadamente y poco a poco una espesa niebla lo cubrió todo, a lo lejos la figura del pastor, y la de sus perros que acudieron a por los restos de la comida, se perdía en el horizonte.



Fue el momento de acostarnos y esperar que la mañana siguiente se presentase con mejor suerte.


continuara...

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