Llegó el momento de dejar atrás esta región que durante unos días se había convertido en nuestra casa y qué tan buenos momentos nos hizo pasar.
El último apartado del viaje, una vez consumida la primera en Pirineos y la segunda en la región del Midi, iba a ser el Cap de Creus, estableciendo una especia de campamento base en El Port de la Selva, pero antes por el camino una última parada en otra bonita ciudad, una especia de Venecia a la francesa, Castres.
Castres es una ciudad marcada por múltiples influencias, conserva un casco histórico de gran riqueza, para nosotros solo iba a ser una última parada, la última mañana en Francia, pero bien que lo aprovechamos.
Es inevitable pasear junto al río y jugar con los reflejos de las coloridas casas en el agua, resultan fascinantes.
Poco después nos introdujimos en el centro de la ciudad, visitando de esta forma sus jardines, el palacio Episcopal que hoy en día alberga al Ayuntamiento y al Museo de Goya.
Tiene magníficos edificios cuyas fachadas son verdaderas obras de arte, por las calles en sombra se cuelan los rayos del sol que dibujan formas caprichosas.
Poco a poco la mañana fue pasando casi sin darnos cuenta, a pesar de estar aún a una buena tirada del Cap de Creus teníamos la intención de llegar a la hora de la comida, aunque para ellos se hiciera algo mas tarde de lo habitual, supongo que serían las ganas de volver al mar.
He de confesar que después de tantos días por Francia y conociendo muchos campings y AC, la llegada al camping del Port de la Selva nos produjo una desilusión grande.
Conocía que el camping tiene acceso directo a la playa, algo muy positivo, sin embargo, llegamos justo a la hora de comida como habíamos previsto y además era domingo, aquello nos pareció una locura, parcelas al sol, cientos de coches, y lo peor de todo, ruido, mucho ruido. Como digo no estábamos acostumbrados a tanto jaleo de donde veníamos.
Fueron unos momentos extraños, al punto que incluso por mi mente pasó el irnos a otro lugar, por suerta la cosa mejoró bastante al atardecer y decidimos quedarnos los dos días previstos.
Ya con la noche encima salimos a pasear paralelos a la costa por un precioso camino que ocasiones se introduce en los pinares, enfrente las luces de la ciudad se iluminan y reflejan en un mar en calma.
continuará ...
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