El día anterior finalmente decidimos continuar camino hasta Muxia, y tuvimos muy claro que íbamos a pernoctar en el mismo Santuario.
Un sitio que recibe cientos y miles de visitas ya que para muchos es el verdadero final del Camino de Santiago, y sin embargo esa noche no había nadie mas que nosotros.
Mas abajo el pequeño faro, y enseguida me vi acompañado de un par de pescadores igualmente madrugadores como yo, uno de ellos al verme maniobrar entre las rocas con el trípode y la cámara me avisó muy seriamente de que el mar es muy jodido y hay que tener cuidado con la ola, era un hombre muy mayor y se marchó dando saltos como si nada, imagino que llevaba una vida entera pisando ese resbaladizo terreno.
Cuando la mañana comenzaba a clarear subí de nuevo con la idea de esperar a los primeros rayos del sol y que estos pintasen partes del monumento y alrededores.
Es evidente que resulta espectacular contemplar el lugar en todo su esplendor con la bonita luz del amanecer.
La puerta se encontraba medio abierta y aproveché para fotografiar el interior de la capilla, jamás podía imaginar en ese momento que exactamente una semana y poco después un rayo caería sobre el Santuario reduciéndolo a cenizas y que para mas castigo poco después un temporal terminara de destruir lo poco que quedó en pie, posiblemente y muy a mi pesar esta sea una de las últimas fotos sacadas desde dentro. Qué lastima, espero que no pasen muchos años para volver a ver en pie este lugar.
Tras el amanecer y antes de partir de nuevo viaje, un paseo por el pueblo y un desayuno en condiciones para recuperar fuerzas, algunos mariscadores ya hace un rato que han comenzado su jornada de trabajo.
La gente de Muxia está acostumbrada a las catástrofes y a levantarse de ellas, no en vano fue una de las zonas mas castigadas por la tragedia del Prestige, ojalá esta última imagen que tomé en plena calle sea un preludio de que nunca mas volverá Muxia a ser castigada de esa manera y de cualquier otra.
Biquiños.
No hay comentarios:
Publicar un comentario