Como os decía en la anterior entrada, la vista hacia el lado español, concretamente el valle del Ara son espectaculares, no hay mas que verlo.
Sin embargo no íbamos aún a descender hasta el fondo del valle, recorreríamos toda la ladera izquierda por un canchal muy estrecho y con roca suelta hasta llegar de nuevo a una ascensión que nos llevaría al puerto de los mulos y descender a Francia para terminar allí la etapa del día.
La comida y a pesar de las impresionantes vistas no pudimos disfrutarla durante mucho tiempo, el justo para calentar los platos y rápidamente comenzar a recoger porque la lluvia hacia acto de presencia.
En un principio parecían solo gotas sueltas, pero no, comenzaba a llover de verdad y había que prepararse para cruzar la ladera con agua, frío y un viento de costado muy molesto que te hacía dudar mas sobre donde poner cada pie a cada paso.
A medio camino en la ladera de la montaña pasamos el momento probablemente mas aspero por decirlo de alguna manera de toda la travesía, nos encontramos con uno de los innumerables neveros, pero esta vez era mas largo y la pendiente mucho mas pronunciada como podéis ver en la siguiente imagen.
Nuestra compañera Sandra lo pasó francamente mal en este tramo tan delicado, pero en estas situaciones lo que prima es la tranquilidad y muy poco a poco continuó su camino al igual que todos, no sin antes llevarnos otro pequeño susto cuando Joaquín se coló literalmente en medio del nevero hasta la cintura, la nieve por la parte mas pegada a la pared comenzaba a derretirse y a estar mas inestable. La verdad que no es tan normal encontrar tanta nieve en pleno mes de agosto. Por suerte pronto dejamos atrás la ladera y entrábamos en un terreno algo mas firme, en la foto siguiente se puede observar todo el recorrido y la fuerte pendiente.
Al finalizar la ladera nos quedaba una ascensión de unos 600 metros de desnivel, y la tensión de los momentos vividos se notaba en forma de cansancio en las piernas de todos.
Cuando llegamos a lo mas alto sabíamos que estábamos cerca de nuestro destino, la esplanada frente al Vignemale. Nada mas coronar vimos como desde el valle subía una niebla densa que no dejaba ver el final ni el camino por donde deberíamos bajar.
Por suerte a medio camino en pleno descenso la niebla se iba disipando y contemplábamos ante nosotros el precioso valle con el refugio de Oulettes a la izquierda del todo.
Entre unas cosas y otras el descenso nos iba a suponer dos horas mas de caminata para rematar una jornada realmente dura desde que a primera hora nos encaminábamos hacia el lago D' Arratille que ahora se nos hacía lejísimos.
Nuevos bancos de niebla entraban por la boca del valle dirección al Vignemale, solo era el preludio de lo que nos iba a esperar esa tarde-noche, pero mejor no adelantar acontecimientos y lo dejamos para la próxima entrega.
continuará ...
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