No se había dado nada mal la noche anterior a orilla del ibon de Batisielles, así que pensé que quizás repitiera suerte a la mañana siguiente durante el amanecer.
Abrí la cremallera para sacar la cabeza y no vi nada de nada, una espesa niebla lo cubría todo, pero recuerdo que pensé que sería mejor levantarme y preparar todo por si acaso abría.
Fue alucinante ver la cantidad de veces que la niebla se fue y regresó, hubo fases en que de nuevo no se veía nada, mezcladas con otras en que se adivinaban partes de las agujas de Perramo. Esa sensación me hizo concentrarme en una serie de tomas que ya en ese momento imaginé en blanco y negro.
Y cuando el color hizo acto de presencia no me resistí a capturarlo también.
Después del desayuno, recoger y vuelta a empezar, es el mejor momento del día para arrancar la caminata, hace fresco y estamos descansados, nada mas comenzar enseguida llegan las laderas empinadas.
Hemos ido poco a poco rotando hacia el collado de la Plana y al volver la vista atrás y tras sortear una serie de pequeños ibones, podemos ver ya por debajo de nosotros las agujas, resulta alucinante que lo que ayer veíamos en todo lo alto queda ahora a nuestros pies.
Nada mas coronar el collado aparece el ibón con el mismo nombre, apenas hay espacio para pasar y nos dedicamos a rodearlo por el margen derecho.
Nos queda mucho camino por recorrer, decidimos que cuando bajemos al valle haremos la parada para la comida, he de confesar que el descenso se hizo eterno.
A lo lejos asoma ya el refugio de Ángel Orus, el tercero de los refugios que cruzaríamos en nuestra ruta, pero al contrario que los demás, este lo dejaríamos a un lado.
Esta parte del recorrido tuvo alguna que otra parte con cierta dificultad, andamos bastante cansados y no es muy agradable con pocas fuerzas encontrarte con zonas donde hay que hacer uso de las manos para sortear rocas.
Gran parte del arroyo permanece congelado aún, pero queremos creer que ya queda poco para llegar al ibón y poder por fin descansar y prepararnos para la noche, la etapa se ha convertido en un pequeño infierno, se nos han ido muchas horas y es con diferencia el día que mas tarde vamos a llegar, además estamos ya muy cerca de los 3.000 metros y el frío empieza a sentirse porque el sol hace rato que ya no calienta.
Y por fin el ibón de Llardaneta ante nuestros ojos, todavía tenemos que rodearlo para llegar a las zonas donde poder hacer vivac.
Ibón de Llardaneta |
Esta vez no voy a dedicar mucho tiempo a hacer fotos, estamos helados y es hora de reponer fuerzas, sin duda la mayor alegría del día nos la llevamos cuando podemos saborear una founde con sus picatostes incluidos, creo que hasta nos peleamos por agarrar el recipiente y que nos de calor.
Besos pirenaicos.
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