Como en años anteriores, surgió la idea de repetir la experiencia de una travesía pirenaica, este año la elección fue dar la vuelta al Posets.
Es una travesía clásica y que suele realizarse entre los refugios de Estos, Ángel Orus y Biados, no obstante, se conoce también como la travesía de los 3 refugios.
Nosotros no íbamos a utilizar los refugios, así que las etapas las dividíamos mas en función de poder hacer noche en lugares donde hubiera alguna buena oportunidad de fotografiar un bonito atardecer, por eso tampoco la haríamos en tres días sino en cuatro o cinco según las circunstancias.
Llegamos el sábado por la tarde al refugio de Biados, desde donde comenzaría nuestra andadura a la mañana siguiente. Durante todo el camino y ya en los días previos las noticias sobre el tiempo no podían ser peor.
Habíamos parado antes a comer y escuchamos en ese momento en la radio como la zona de los pirineos aragoneses se encontraba en alerta naranja debido a las precipitaciones que en el día anterior habían sido en forma de una fortísima granizada.
Pasamos la tarde relajados e incluso entre tanta lluvia hubo ratos de sol en los que el arco iris hacía acto de presencia.
Por la noche ya fue otro cantar, no paró un segundo de llover, eso hizo que no solo no descansáramos mucho sino que también estuviéramos preocupados por saber si podríamos comenzar a andar a la mañana siguiente como estaba previsto.
Llegó la mañana siguiente y por lo menos ya no llovía, así que decidimos que nos echábamos a andar, si la cosa se ponía fea pasaríamos a plan B.
Enseguida fuimos ganando altura y dejando atrás el refugio, mas abajo quedaba el valle, durante estas primeras horas el cielo se mostraba muy amenazante.
Tras coronar una primera loma tocaba descender para tomar el siguiente valle y ya dirigir nuestros pasos al puerto de Chistau que ya se veía allá arriba.
La subida se hace durilla y muy larga, estamos deseando llegar al alto para hacer una parada a comer.
Desde lo mas alto del puerto las vistas sobre el valle de Estos son espectaculares. sin duda.
Tras reponer fuerzas es momento de reiniciar la marcha. La idea prevista en un principio es quedar a pasar la noche como a una hora y media del refugio de Estos.
Entonces ocurrió un imprevisto de los que no deseas que ocurran, al atravesar un nevero tuve un resbalón y mi caída arrastró también a Gloria, desde el suelo descendimos unos metros los dos pudiendo por suerte frenar rápidamente.
Al incorporarme compruebo que mi esterilla hinchable se ha soltado de la mochila y al intentar dejarla en el suelo, tengo tan mala suerte que esta comienza a rodar valle abajo.
Estoy seguro que frenará en pocos metros en cuanto choque con alguna roca, pero nada mas lejos de la realidad, gira a toda velocidad sobre sí misma y no para de caer hasta lo mas profundo del valle.
No quedó otro remedio que bajar a recogerla, me quité la mochila para hacerlo mas rápido y me puse a buscar.
Aunque parezca mentira, fuimos incapaces de encontrarla, perdimos dos horas que eran esenciales para llegar al lugar elegido para la pernocta y a todo esto la lluvia que ya amenazaba se hizo presente.
Ante el temor que descargase con fuerza y nos pillara con todo por hacer, cambiamos de planes y decidimos montar la base y seguir buscando la esterilla. Finalmente no hubo suerte y tocaba dormir en el suelo directamente ayudado con los plumas y cualquier cosa mullida.
A pesar del incidente, las vistas de nuestro hogar temporal eran insuperables y poco a poco comenzaba el día a despedirse.
Todavía tuve algo de ganas de intentar alguna foto con las últimas luces en el valle, pero había que cenar pronto e irse a descansar.
Como era de esperar, otra noche en que no paró de llover, por eso había sido un acierto prepararnos antes y así mantenernos secos.
A la mañana siguiente nos esperaba otra dura etapa y en teoría el tiempo iba a mejorar.
Besos pirenaicos.
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