Cae la noche y el pueblo presenta un aspecto tranquilo, casi como si no estuviera habitado, las luces se encienden en la misma medida que el cielo intensifica su azul.
Hace frío y se siente en la cara, es un placer pasear por las calles desérticas y en silencio, poco a poco me dirijo a la parte mas alta del pueblo, en lo alto de la colina la Torre y desde allí las vistas de la Sierra.
Incluso los garitos mas frecuentados están todavía vacíos, durante el paseo el olor a leña nos acompaña todo el rato, las estrellas comienzan poco a poco a asomar una vez mas, y contamos con la suerte de poder contemplar allá arriba a Venus y Júpiter alineados (arriba a la izquierda de la Torre).
Es el momento perfecto para tomar un aperitivo con un buen vino, la calle sigue desierta y la noche ideal.
Besos desérticos.
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