Una de esas mañanas del reciente invierno en que toda hacía indicar que encontraría hielos entre los saltos de agua, me quedé compuesto y sin novia al ver que no había absolutamente nada de nada, menos hielo que una nevera descongelada.
Ha sido muy raro lo de este invierno, el frío se ha concentrado apenas en dos semanas, no ha habido casi precipitaciones ni en forma de nieve ni de agua, así que mucha de la fotografía invernal que tanto me gusta tendrá que esperar mejores momentos.
El día en cuestión fue un chasco, pero ya que estas en plena naturaleza es imposible no terminar por disfrutar de la salida y en mi caso solo tenía que fijar mis ojos en otros objetivos, intentar captar algunos detalles del agua o de las hojas, al final soy como ese niño que juega y se entretiene con lo que le des.
No siempre uno va pensando en que encontrará lo que espera y ocurre así, mejor saber eso cuanto antes.
Besos de detalles.
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