La casa del Gnomo

Definitivamente el bosque es tras el mar mi segunda casa, cada vez que me adentro en el siento su silencio que me acomoda y me siento como cuando preparamos el salón de casa para regalarnos un trozo de tiempo.

No es difícil comprender en ese instante toda la mitología y superstición que alrededor del bosque siempre hay, quizás por eso el espíritu se rejuvenece, quizás por eso uno este atento para no perderse una posible aparición en forma de hada, gnomo, ninfa etc.


Nuestros sentidos se agudizan, bajo nuestras pisadas el sonido del manto de hojas, bajo nuestra nariz el olor de la humedad, es el momento de echarse al suelo, de mirar las cosas desde una perspectiva diferente, de hacernos pequeños y acceder a un mundo en miniatura, nadie representa mejor este mundo que la infinidad de setas que se abren camino desde el suelo.


Son de muy distintas formas, delicadas y algunas realmente diminutas, pero todas tienen un especial atractivo y yo no puedo evitar mirar debajo, solo por si acaso, por si un día me encontrase un enano mágico refugiandose de la lluvia y porque hay cosas en mi espíritu que no quiero abandonar nunca a pesar de ir cumpliendo años sin remedio.



Como ocurre con otros muchos entornos es nuestra obligación preservar lugares tan fascinantes, entender que solo tenemos derecho a disfrutar de ellos mientras pasamos de largo, y solo por si acaso miramos debajo de cada seta.

Besos de Gnomo.