El pez mas grande del mundo

He tenido la suerte de vivir muchos momentos inolvidables en mi vida, y sin embargo, todavía a día de hoy vivo alguno que me deja sin aliento.

Este momento que hoy os cuento es además un sueño cumplido, poder nadar junto a un animal que no tiene comparación, nadar con el pez mas grande del mundo.

Aquella noche colocamos un gran foco en la popa del barco con la intención de que la luz atrajese a plancton y pequeños peces, y con suerte estos llamaran la atención de algún tiburón ballena.

Como quiera que la esperada aparición no era algo garantizado ni mucho menos, todos nos fuimos a dormir esperanzados e ilusionados, yo desde luego quería estar preparado y me acosté con el bañador puesto.

Sobre las 12:30 siento la mano de mi compañero Gabi que me despierta, por lo visto nos han llamado a la puerta del camarote varias veces, pero con el cansancio y con los tapones para los oídos no nos hemos enterado.

No quiero pensar que hubiera ocurrido si me llego a perder lo que estaba por venir.

Atravieso el interior del barco dando tumbos fruto del aturdimiento, pero sé que si ahí fuera está lo que yo espero me voy a espabilar en nada.

Cuando me asomo a la popa un enorme tiburón ballena está dando rienda suelta a su tremendo apetito y da enormes bocanadas de agua sin descanso.

Tengo que pasar con cuidado al barco de apoyo donde guardamos el equipo de buceo, apenas sé encontrar las gafas, las aletas y un tubo, pero cuando lo hago entro en el agua con sigilo para no asustarlo.

Los ojos se quieren salir de sus órbitas, el animal es inmenso, como un autobús de largo y sus movimientos me hipnotizan desde el primer momento.

En el agua ya solo estamos dos compañeros y yo, así que desde popa alguno me ayuda y me acerca mi cámara. Nada mas comenzar a tomar fotos compruebo que es imposible sacar entero de una sola pieza semejante bicho.

Son momentos que vives de la forma mas intensa que puedes hacerlo, me acerco y me alejo constantemente, en ocasiones aleteo hacia atrás con cuidado de no golpearle para no hacerle daño, hay una fuerte corriente y lo mismo te echa hacia mar abierto que te empuja sobre el y ves como te podrías colar enterito en su interior.

Mi compañero Gonzalo me hace el favor de bajar a mi camarote y traerme una cúpula para ver si así soy capaz de sacar un toma donde mostrar al tiburón entero.

Sin embargo no me es posible, por desgracia el cambio brusco de temperatura entre el fresquito del camarote con el aire acondicionado y el calor del ambiente hacen que esta se empañe casi de inmediato y no pueda utilizarla en absoluto.

Ya no queda nadie en el agua excepto yo, desde popa mis compañeros me echan un cabo para que me sea mas fácil aguantar la corriente y así permanecer mas cerca y sin tanto esfuerzo. A alguno de ellos le oigo comentar "este no sale del agua en toda la noche" refiriéndose a mi claro, se ve que me conocen bien, estoy entusiasmado, continuo sacando fotos.

 

Me alejo para mostrar en la medida de lo posible la tremenda longitud del animal, me acero para mostrar el interior de su boca, las succiones tan tremendas de agua que realiza, en definitiva no quiero irme de allí nunca, no quiero que un momento así acabe nunca.

 

Poco a poco me voy sintiendo congelado por la perdida de temperatura y arrugado como una pasa, sé que me toca salir y guardo los últimos instantes en la retina y en mi cabeza a fuego, aunque sé que las fotos y algún que otro pequeño vídeo  me ayudarán después a volver a vivirlos.

Ha sido mucho tiempo el que he estado junto a este pez descomunal, me ha brindado una de esas experiencias por las que dar las gracias por el mero hecho de haberla podido tener.

Yo desde aquí solo puedo intentar contar con palabras todo lo que sentí y dejaros algunas fotos para ayudar un poco a imaginar de lo que hablo.

Para terminar, agradecer a mis compañeros Gabi, Manuel, Pedro, Itziar, Pablo, Gonzalo, José Luis y Manolo toda su ayuda y decirles que para mi ha sido un lujo compartir precisamente con ellos algo tan grande.

Besos submarinos.