La tarde anterior a pesar de cruzar el lago de Alleghe apenas nos enteramos debido a la enorme tormenta que cayó y la gran cantidad de agua que no dejaba ver nada del paisaje y casi de la carretera.
Sin embargo a la mañana siguiente debíamos deshacer nuestros pasos y volver al lago, esta vez con parada incluida, el lugar bien merecía darse un respiro y dejarse cautivar por lo idílico del entorno.
Esa mañana nos había dado tiempo a hacer algunos macros de flora justo al lado de donde habíamos pasado la noche, sin mover la furgoneta ni un ápice.
La mañana resultó soleada y no quedaba rastro de la tromba del día anterior, el paisaje es precioso y perfectamente cuidado, rodeamos a pie parte del lago, deteniéndonos a mirar desde cada embarcadero, se respiraba una calma total.
A pesar de ser una zona con cierto atractivo turístico, no estaba ni de lejos masificada, al contrario, poca gente en las calles y en las tiendas, muchas de ellas dedicada a la ropa de montaña.
Paramos a comer ya de camino al paso de Rolle, la idea original era subir andando hasta el refugio de Baita Segantini y hacer allí noche, de paso intentar fotografiar el Cimon della Pala, considerado el Cervino italiano.
La subida al Pass de Rolle fue espectacular, solo con coronar el puerto y asomarte a ambas vertientes ya merece la pena el recorrido.
Hacía mucho frío y mucho viento, una tormenta de nieve amenazaba con caer sobre nosotros, estuvimos un buen rato esperando y sobre todo sopesando qué hacer, si nos pillaba subiendo al refugio lo íbamos a pasar un poco mal.
Finalmente nos decidimos y arrancamos, la subida ya nos ofrecía unas vistas espectaculares sobre los picos y saltos de agua procedentes del deshielo salpicaban las paredes rocosas.
En su día no pude contactar con el refugio y había leído que la carretera estaba cortada por un derrumbe, por desgracia, al llegar, pudimos comprobar que aún estaba cerrado y había gente en su interior pero en labores de mantenimiento.
Por si fuera poco, el lago estaba todo congelado y no había ni rastro de el, así que mi foto soñada, esa con la silueta del Cimon della Pala reflejada en el lago del refugio, ya me podía olvidar.
La suerte fue que todo el camino escuchamos la tormenta por abajo como si quisiera cogernos, pero nos permitió llegar y volver a bajar a Rolle sin mojarnos... y eso que cayó pero bien.
Con el cambio de planes, decidimos adelantar el trayecto un día y acercarnos al paso de Palafavera, allí tenía referencias de un camping en medio del bosque, muy cerca del imponente monte Pelmo, al que pretendíamos rodear a pie.
El camping es una maravilla, apenas hay nadie, todas las caravanas y roulots están a resguardo y todo está perfectamente preparado para el invierno, decidimos pasar la noche y también el día siguiente, era un sitio estupendo para descansar de carretera y poder hacer alguna ruta de montaña.
Besos.
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