Cada amanecer representa en sí mismo un cambio, un cambio de día que puede o no resulte finalmente un cambio decisivo o transcendental, eso casi nunca lo sabemos cuando el día no hace otra cosa que asomar.
En este caso el cambio estaba claro, simplemente se trataba de un cambio de equipo e incluso, si se quiere, un cambio de sistema, atrás dejaba la reflex que tanto había utilizado a lo largo de años en la fotografía de naturaleza para pasar a un sistema de cámara sin espejo.
El lugar elegido como otras veces era el embalse de la Jarosa y he de decir que no me quejo del resultado, tanto del fotográfico como del propio amanecer en sí mismo, que me hizo disfrutar de unas bonitas luces y una mañana muy agradable.
Besos
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