Subir con toda la relajación del mundo a La Laguna de Los Pájaros hizo que casi me perdiera el atardecer cuando precisamente era lo que iba buscando con mas ahínco.
No paraba de observar el cielo mientras acometíamos el último tramo de ascenso antes de llegar a la laguna, en un principio parecía que no íbamos a tener la suerte de tener bonitos colores, pero según miraba ya tenía la mosca tras la oreja.
Nada mas llegar, confieso que casi a la carrera, no había tiempo para mucho, lo que fuese a ser iba a durar pero que muy poco, así que quitarse la mochila y comenzar a sacar trastos como loco fue todo uno.
Finalmente y ante la falta de tiempo para examinar posibles encuadres, me coloqué en uno de los codos de la propia laguna y busqué diferentes posibilidades sin moverme mucho del sitio, aquí os dejo algunas muestras de lo que dio la tarde. Después nos relajamos y disfrutamos en familia de la cena y unas merecidas cervezas entre risas.
Besos de montaña.
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