Según esta versión, tanto doncellas como muchachos se enamoraban de Narciso a causa de su hermosura, mas él rechazaba sus insinuaciones. Entre las jóvenes heridas por su amor estaba la ninfa Eco, quien había disgustado a Hera y por ello ésta le había condenado a repetir las últimas palabras de aquello que se le dijera. Eco fue, por tanto, incapaz de hablarle a Narciso de su amor, pero un día, cuando él estaba caminando por el bosque, acabó apartándose de sus compañeros. Cuando él preguntó «¿Hay alguien aquí?», Eco contenta respondió: «Aquí, aquí». Incapaz de verla oculta entre los árboles, Narciso le gritó: «¡Ven!». Después de responder: «Ven, ven», Eco salió de entre los árboles con los brazos abiertos. Narciso cruelmente se negó a aceptar su amor, por lo que la ninfa, desolada, se ocultó en una cueva y allí se consumió hasta que sólo quedó su voz. Para castigar a Narciso, Némesis, la diosa de la venganza, hizo que se enamorara de su propia imagen reflejada en una fuente. En una contemplación absorta, incapaz de apartarse de su imagen, acabó arrojándose a las aguas. En el sitio donde su cuerpo había caído, creció una hermosa flor, que hizo honor al nombre y la memoria de Narciso.
Desconozco si desde entonces en cada lugar donde nace un narciso antes hubo algo hermoso y en caso afirmativo qué historia hermosa habría tras los que he fotografiado... supongo que serán cosas de mitos.
Besos míticos.
Sino fuera porque la flor es preciosa y las fotos fantástica, yo diría que de narcisos esta lleno el mundo y de mujeres Eco también.
ResponderEliminarSigue la mitología griega de rabiante actualidad….. Aunque abundan también las narcisas y los hombres Ecos que repiten lo que otros testamentan…jejeje
Prefiero recordarla por su delicada fragancia. Añado, si te parece bien, el guiño de Oscar Wilde a la historia.
“....después de la muerte de Narciso, la fuente de su deleite donde se arrojó se transformó en cáliz de lágrimas saladas, y las Oréades vinieron llorando por el bosque para cantarle a la fuente y consolarla…diciéndole:
-No nos asombra que de tal modo llores a Narciso, tan bello era.
-¿Pero Narciso era bello? -dijo la Fuente.
-¿Quién podría saberlo mejor que tú? —Repusieron las Oréades—Se tendía en tus orillas y te miraba, y en el espejo de tus aguas reflejaba su propia belleza.
-Yo amaba a Narciso —respondió la fuente— porque cuando se tendía en mis orillas y me miraba, yo veía mi propia belleza reflejada en el espejo de sus ojos”
Cuanta razón tienes Cosadiellas, genial tu aportación con las palabras de Wilde.
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