Un beso sabe al alma de quien lo da, cuando se prueba ese sabor, se hace inconfundible con el resto de sabores, ni dulce ni amargo, ni salado ni ácido, pero inconfundible.
Unos pocos pétalos mirados desde abajo, me parecieron besos puestos al trasluz, y como aún no sé fotografiar un beso, me quedo con esta muestra.
¿Se puede vivir sin ese sabor?, sí, pero no es nada cardiosaludable.
Besos sabrosos.
ME ENCANTA EL TEXTO, ESTA VEZ MAS QUE LA FOTO QU ES MARAVILLOSA
ResponderEliminarLas tardecitas de Buenos Aires tienen ese qué sé yo, ¿viste? Salís de tu casa, por Arenales.
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