Definitivamente el viaje llegaba a su fin, y para ese momento, la localidad de Combarro fue la elegida.
Es un pequeño y precioso pueblecito que ha sabido reconvertir muchos de los hórreos frente al mar en pequeños y encantadoras restaurantes, el plan entonces estaba claro, una deliciosa comida en Combarro pondría fin al recorrido y después directos a casa.